UDF
Pensamíento Crítico
ISSN 23958162 I www.pensamientocriticoudf.com.mx

Vigencia y relevancia de la teoría crítica

Validity and relevance of critical theory

Víctor Hugo Sánchez Cerón1

Tecnológico de Estudios Superiores de Chimalhuacán

Resumen

Este ensayo presenta un breve análisis acerca del concepto de ciencia. Se toman como punto de partida la denominada teoría crítica y razón instrumental, presentes en la obra del filósofo alemán Max Horkheimer. Por otra parte, se exponen razones por las que algunas de las categorías tratadas por la Escuela de Frankfurt resultan vigentes para comprender y formular reflexiones críticas acerca de los procesos tecnológicos globalizantes y las consecuencias derivadas de este fenómeno.

Palabras clave: Filosofía, ciencia, teoría crítica, teoría tradicional, razón instrumental.

Abstract

This paper presents a brief analysis of the concept of science. As a starting point there are taken the so-called Critical Theory and Instrumental Reason, present in the work of German philosopher Max Horkheimer. Moreover, reasons are given of why some of the examined categories of the Frankfurt School are valid in order to understand and formulate critical reflexions on globalizing technological processes and the consequences that derive from this phenomenon.

Key words: Philosophy, science, critical theory, traditional theory, instrumental reason.

1 Maestro en Ciencias en Sociología Rural por la Universidad Autónoma Chapingo. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Las huellas no son sólo lo que queda cuando algo ha desaparecido, sino que también pueden ser las marcas de un proyecto, de algo que va a revelarse.

John Berger.

Introducción

Es complicado vivir en un país como México en el que pocas personas leen. Esto es fácil de comprobar cuando en alguna conversación o debate –sobre todo cuando se pretende hablar de política- tratas de argumentar desde la literatura o la filosofía. Será suficiente señalar al lector como un utópico o predicador ridículo para que su opinión sea descalificada y quede sepultada.

Es innegable que el pensamiento crítico de la mayoría de los individuos no se ha desarrollado al mismo ritmo que la tecnología. Es tan común que nuestros razonamientos críticos sean tan pobres, que hoy a nadie le sorprende la verborrea que se practica a través de las redes sociales, la televisión o la radio. Un amplio número de los habitantes de este país prefieren consumir largas horas frente a una máquina leyendo mensajes que en su mayoría carecen de importancia, antes que intentar leer una novela o un libro de filosofía. También prefieren soportar el bombardeo de la propaganda política y el mercadeo de banalidades con tal de evitar sentirse solos y pensar por sí mismos.

Desafortunadamente, la televisión sigue siendo el medio educador de los jóvenes, y con sus pésimas programaciones corrompe el lenguaje y fustiga la reflexión, contribuyendo al dislate en el que estamos envueltos.

En su obra, Crítica de la Razón Instrumental, Max Horkheimer (2007) escribió que la filosofía podía contribuir a evitar que la marcha de la humanidad se tornara desprovista de sentido. Sin embargo, la pretensión del filósofo alemán, se vuelve complicada en una sociedad en la que muchos son reacios a lectura y donde los encargados de la educación pugnan por la desaparición de la filosofía.

Lo anterior no significa que debamos entregarnos al pesimismo y renunciar a la posibilidad de una vida orientada por la reflexión filosófica. No se trata de inventar el hilo negro, pues existen teorías sólidas, las cuales podrían arrojar un poco de luz si se profundiza en su lectura y se realiza una interpretación adecuada. En este sentido, la Teoría Crítica podría funcionar hoy en día como una brújula, pues la mayoría de sus postulados dan cuenta de los problemas que padecemos y también ofrece soluciones.

Para el desarrollo de este trabajo, se ha considerado pertinente formular el siguiente cuestionamiento: ¿qué filosofía tiene sentido ante la repugnante presencia de los hechos que nos alejan de la virtud humana? Para esbozar una respuesta, el texto se apoya, sobre todo, en los conceptos de teoría crítica y razón instrumental, tratados en el trabajo del filósofo Max Horkheimer, y con la intención de nutrir el análisis, se acude, brevemente, a algunas ideas del filósofo Herbert Marcuse.

Desarrollo y discusión teórica-conceptual

Analizar algún fenómeno ya sea natural o social, implica realizar un trabajo serio y meticuloso para evitar caer en la charlatanería, la demagogia y la mentira. En este sentido, la epistemología representa un elemento desde el cual auxiliarse al abordar el problema del conocimiento. En el texto, Epistemología y ciencias sociales y humanas, Roberto Miguélez, expone que “epistemología” significa, literalmente, discurso (logos) sobre la ciencia (episteme). Y advierte: como se sabe también, el concepto de epistemología no se refiere, sin embargo, siempre al mismo objeto: a veces el término epistemología designa una teoría general del conocimiento, a veces una teoría regional del conocimiento, a saber una teoría del conocimiento científico (Miguelez, 1977).

La anterior definición, permite aclarar que la reflexión que más adelante se presenta sobre el concepto de teoría tiene una base argumentativa sólida en algunos de los filósofos de la Escuela de Frankfurt; lo cual permite al análisis el contraste con el término doxa, la cual está más cercana a la opinión, y puede emitirse sin la necesidad de profundizar teóricamente sobre algún tema.

La Escuela de Frankfurt, de la cual deriva la Teoría Crítica, es una de las más influyentes en el pensamiento contemporáneo. Aunque por otro lado, también ha sido cuestionada ampliamente. Por este motivo, es necesario comprender la postura que sustenta y nutre parte de su contenido analítico.

Desde la interpretación de Gustavo Leyva, Max Horkheimer al asumir la dirección del Institut für Sozialforschung, en su discurso inaugural, sienta las bases de lo que sería la visión y postura de la Teoría Crítica. Así, se señala que la filosofía social tiene que ocuparse de fenómenos que pueden ser comprendidos solamente en el marco de la vida social del hombre: del Estado, derecho, economía, religión. En palabras simples, el individuo sólo puede entenderse desde todo su acaecer y complejidad en la vida misma, esto es, en la vida social. En términos hegelianos desde el análisis del individuo a través de la introspección, hacia la reflexión del sujeto y de estructuras de intersubjetividad que remiten por principio al trabajo de la historia. Así interpretada, la filosofía no puede ser un conglomerado de categorías que se suministra desde el exterior a los datos empíricos y que estaría por ello sustraída a la historia. Contrario a esto, el planteamiento de Horkheimer argumenta que la filosofía debe encontrarse “suficientemente abierta al mundo para dejarse impresionar y transformarse a sí misma por el curso de los estudios concretos” (Leyva, 1999:66).

En el apartado titulado Teoría Tradicional y Teoría Crítica, de su obra Teoría Crítica, Horkheimer (2003), comienza planteando la pregunta por aquello en lo que consistiría el sentido del término teoría. Según el filósofo alemán “teoría equivale a un conjunto de proposiciones acerca de un campo de objetos y esas proposiciones están de tal modo relacionadas unas con otras, que de algunas de ellas pueden deducirse las restantes” (2003:223). Es en este mismo sentido que el filósofo señala cómo en las reflexiones más avanzadas en torno a la lógica, como las realizadas por Edmund Husserl, se designa a la teoría como el “sistema cerrado de proposiciones de una ciencia. Teoría, en su exacto sentido, es un encadenamiento sistemático de proposiciones bajo la forma de una deducción sistemáticamente unitaria” (Horkheimer, 2003:224-225). Según Horkheimer, en el marco de una comprensión semejante, mientras más reducido sea el número de los principios supremos en relación con aquellos que se relacionan con ellos como sus consecuencias, la teoría en cuestión podrá ser considerada más o menos completa, según el caso. La validez de la teoría, así entendida, dependerá de la concordancia de las proposiciones derivadas con acontecimientos reales (Leyva, 1999). Este es el concepto que Horkheimer denomina tradicional de la teoría, pues exhibe una tendencia que apunta a un sistema de signos puramente matemáticos, en cuyas proposiciones y principios aparecerían cada vez con mayor recurrencia símbolos matemáticos en lugar de nombres de objetos experimentales. (Horkheimer, 2003)

A partir de la delimitación del concepto de teoría tradicional en base al ideal de ciencia, de sus métodos y de sus formas de objetivación y validación, Horkheimer trata de establecer la relación entre ciencia y sociedad en base al descubrimiento de los intereses concretos impulsores de la ciencia. Estos intereses, característicos de una determinada orientación del quehacer científico, no deben confundirse con los intereses cognoscitivos de la humanidad como totalidad genérica, por lo que resulta necesaria una teoría que asuma estos intereses y se oriente a la superación de las actitudes ideológicas a través de la reflexión crítica sobre la actividad teórica (Sánchez, 1998).

Horkheimer analiza de qué manera la práctica misma de la ciencia no puede ser explicada a partir de la lógica interna de la teoría, sino que debe incorporar –según Leyva- la reflexión sobre los fundamentos de la praxis social. Lo que importa enfatizar aquí es que la teoría crítica es una teoría que se articula y reflexiona sobre su relación esencial con el tiempo.

La crítica expuesta por la Escuela de Frankfurt en este planteamiento, no está basada desde la óptica kantiana, sino desde la crítica de la economía política, es decir, desde la visión de Marx y, por ende, la crítica a la ideología como relación de negatividad y desmembramiento.

Para Horkheimer (2003), la teoría crítica no se orientará tanto al aumento del saber per se sino a la emancipación del hombre de las relaciones que lo esclavizan. La teoría crítica plantea restablecer los vínculos indisolubles que enlazan a la razón con la crítica y la emancipación. Es una teoría, que sobre todo, apela al interés por la supresión de la injusticia social.

Desde la óptica de Rolf Wiggershaus, cuando se mencionan “Escuela de Fráncfort” y “teoría crítica” nos viene a la mente algo más que la idea de un paradigma de las ciencias sociales, pensamos también en una serie de nombres, antes que nada los de Adorno, Horkheimer, Marcuse y Habermas y se nos despiertan asociaciones del tipo: movimiento estudiantil, disputa con el positivismo, crítica de la cultura, y quizá también emigración, Tercer Reich, judíos, la República de Weimar, marxismo, psicoanálisis. De inmediato queda claro que se trata de algo más que solamente una corriente teórica, algo más que una parte de la historia de las ciencias sociales (Wiggershaus, 2009).

Es evidente que a varios años de distancia, los problemas que ocuparon la atención de los teóricos de la Escuela de Frankfurt, no sólo están vigentes sino que han crecido. Hay un sin número de ejemplos: la depredación de la naturaleza, la explotación de los más pobres, el consumismo voraz y salvaje, el crecimiento tecnológico en detrimento del medio ambiente y del ser humano, etc. No se necesita ser un experto para añadir más problemas a la lista. Sin embargo, las soluciones a dichos problemas no se aprecian a primera vista, pues la densa y oscura nube que eclipsa la razón, nos obliga a un repensar el mundo.

En su obra ¿Podremos vivir juntos?, Alain Touraine (2008), teórico de la escuela accionalista, la cual deriva de la teoría crítica; expone que sólo vivimos juntos en la medida en que hacemos los mismos gestos y utilizamos los mismos objetos, pero sin ser capaces de comunicarnos entre nosotros más allá del intercambio de los signos de la modernidad. Y así es, vivimos juntos, pero no compartimos más allá de bienes de consumo, medios de comunicación, tecnología o flujos financieros. ¿Qué clase de sociedad es esta? Una sociedad que se rige vía la razón instrumental.

Cuando Horkheimer habla de la razón instrumental, hace referencia a la razón que niega su propia condición absoluta de razón con en un sentido estricto, y abandona su autonomía convirtiéndose en mero instrumento para la realización de un fin. Así pues, la razón instrumental, minimiza la acción pensante del hombre, ya que posee una fundamentación con principios de carácter pragmático y positivista (Horkheimer, 2007).

Probablemente, nunca nos hemos situado más alejados de la concepción de la razón en su sentido estricto que hoy. La razón, entendida en cuanto logos o ratio se refería siempre esencialmente al sujeto, a su facultad de pensar. Sólo hay que hacer una pausa al caminar por la calle y levantar la vista, para darse cuenta de que hemos perdido el rumbo, y asentir con la cabeza ante las afirmaciones de Horkheimer. “Sócrates tenía por cierto que la razón, entendida como comprensión universal, debía determinar las convicciones y regular las relaciones entre los hombres y entre el hombre y la naturaleza” (Horkheimer, 2007:21). Todo indica que las reflexiones de los griegos, tampoco han sido tomadas en serio por un mundo en el que se privilegia la tecnología por encima de la razón y la reflexión filosófica.

Si la tecnología que nace de la especulación científica ha desarrollado todo tipo de instrumentos electrónicos sofisticados (ordenadores, teléfonos, automóviles, etcétera) y los ha puesto en manos de una considerable cantidad de personas, ¿por qué no ha sucedido lo mismo con los bienes producidos a consecuencia de una larga labor e investigación ética llevada a cabo desde muchos siglos atrás por filósofos o especialistas en el tema? ¿Por qué los hombres no pueden conseguirse una conciencia civil tan sencillamente como consiguen un teléfono? Que las tarjetas de crédito estén más a la mano que la prudencia cívica dibuja bien el contorno de nuestra época. Tal vez es que sólo unos cuantos pueden ser receptores de los bienes éticos (Fadanelli, 2012).

El argumento anterior, muestra que la ética no es una cuestión que encarne en un amplio número de personas, como sería deseable. Sin embargo, aunque los simpatizantes de la razón instrumental y el consumismo se han empeñado en relegar la ética, no lo han logrado en su totalidad. Todavía existen personas y grupos que ejercen la ética como elemento fundamental de la vida, por ejemplo, algunos escritores, periodistas, académicos y estudiantes. Pero sobre todo, podemos encontrar un ejemplo de gran valor en las comunidades indígenas de México, las cuales, a lo largo de la historia han construido movimientos sociales que se enfrentan al empeño de las empresas trasnacionales por despojarlas de su territorio y explotar indiscrimidamente los recursos naturales que poseen.

E.M. Cioran escribió que:

Los seres humanos no han comprendido todavía que la época de los entusiasmos superficiales está superada y que un grito de desesperación es mucho más revelador que la argucia más sutil, que una lagrima tiene un origen más profundo que una sonrisa(2010:44).

Pues bien, ¿no son los pueblos indígenas los que desde el olvido y la distancia siempre resurgen para darle sentido a un país sombrío? ¿No son ellos los que durante tanto tiempo han padecido el dolor del hambre, y a pesar de eso resisten, ¿no son ellos, los que una y otra vez han gritado para dibujar el horizonte por el que debemos caminar? Es complicado asimilar cómo es que las máquinas suministran falsos placeres y sonrisas hipócritas a los individuos mientras que, en rincones apartados, algunos resisten y dan la cara a un mundo y un país que pretende humillarlos y desaparecerlos.

Las ideas se toman varios siglos para desplazarse un centímetro, es decir, que todavía estamos lejos de darle un cauce adecuado a cuestiones fundamentales como la democracia, la economía o el poder. Lo desafortunado es que casi siempre sean los mismos los que tengan que resistir y enfrentar en condiciones adversas el uso inadecuado del poder. Sólo conozco un tipo de golpe de viento –escribió Horkheimer- que puede abrir ampliamente las ventanas de las casas: el sufrimiento común. La cuestión es cuánto sufrimiento más debemos presenciar para que puedan abrirse las ventanas de esas casas.

La indignación que decimos sentir al ver en la miseria a los pueblos indígenas del país no nos compromete a nada. Los generosos aplausos que otorgamos a los campesinos cuando se rebelan sólo nos ponen del lado de los buenos, pero tampoco nos comprometen. Nos conformamos con saber que en algún lugar alguien está dando la lucha, y que nosotros “hacemos lo que podemos”. De qué sirve reconocer a las minorías, a los oprimidos, a los desprotegidos si no hay redistribución para ellos.

En el Hombre Unidimensional, Herbert Marcuse, expresó:

“...que los hechos que dan validez a la teoría crítica de esta sociedad y su fatal desenvolvimiento están perfectamente presentes: la irracionalidad creciente de la totalidad, la necesidad de expansión agresiva, la constante amenaza de guerra, la explotación intensificada, la deshumanización.” (2008:281).

Y es que a pesar de que han transcurrido varios años desde que nació la teoría crítica, la mayoría de la sociedad no se ha apartado de una visión unidimensionalmente constituida, que sólo genera decadencia y destrucción. Para Hoyo:

“...es necesario que la teoría y la filosofía críticas y radicales encarnen en las clases revolucionarias; es necesario que el pensamiento crítico y científico se materialicen en las transformación revolucionaria de la sociedad, es necesario que la razón histórica de las masas de apodere de la razón filosófica y teórica para derrotar el irracionalismo teórico de la sociología y la filosofía burguesas” ((1982:25).

A esto conviene agregar la reflexión de Horkheimer, acerca de que la verdadera función social de la filosofía reside en la crítica de lo establecido.

Conclusiones

Resulta paradójico que cuando más se necesita de la filosofía, parece que a pocos les importa. Cuando más evidente es el estado de desasosiego de la sociedad, se ignora a los filósofos. Cuando más se requiere pensar y reflexionar profundamente acerca de los problemas sociales que afectan a los hombres, se excluye a los pensadores. No es fortuito que en varios países del mundo, incluso, en los denominados de primer mundo, se esté proponiendo desaparecer los cursos de ética y filosofía.

Ahora bien, retomemos la pregunta que se planteó al principio de este trabajo: ¿Qué filosofía tiene sentido ante la repugnante presencia de los hechos que nos alejan de la virtud humana? Podría responderse que la filosofía y la teoría crítica pueden funcionar como un faro que alumbre el camino de aquellos que se rebelan ante un mundo que los oprime. Cuando algunos integrantes de la Escuela de Frankfurt, tuvieron que exiliarse de su natal Alemania, y tener noticias de una guerra desde otro país, pensaron que después de esos acontecimientos atroces, ninguna filosofía o arte podía servir como alternativa para remediar a la humanidad. Actualmente, las condiciones en el mundo no son diferentes, presenciamos pobreza, muerte, injusticias y violencia. Los fundadores de la teoría crítica tenían una visión pesimista del futuro, y no se equivocaron; pero, al menos, nos dejaron un legado teórico del cual podemos auxiliarnos.

Referencias

Cioran, E. M. (2010). En las cimas de la desesperación. México: Tusquets Editores.

Fadanelli, G. (2012). Insolencia. Literatura y mundo. México: Editorial Almadía. .

Horkheimer, M. (2007). Crítica de la razón instrumental. Argentina: Terramar Ediciones.

Horkheimer, M. (2003). Teoría Crítica. Argentina: Amorrortu Editores.

Hoyo, J. F. (octubre, 1982). Metodología, ontología, teoría y praxis en las corrientes sociológicas. Ponencia presentada en el V Congreso Mundial de Sociología. Universidad Autónoma de México, Ciudad de México.

Leyva, G. (1999). Max Horkheimer y los orígenes de la teoría crítica. Sociológica, 14(40). 65-87.

Marcuse, H. (2008). El Hombre Unidimensional. España: Editorial Ariel.

Miguélez, R. (1977). Epistemología y ciencias sociales y humanas. México: UNAM.

Sánchez, D. (1998). Teoría, Teoría Crítica. En R. Reyes (ed). Terminología Científico Social, Aproximación Crítica, pp. 821-826 Barcelona: Anthropos.

Touraine, A. (2008). ¿Podremos vivir juntos? México: Fondo de Cultura Económica.

Wiggershaus, R. (2009). La Escuela de Fráncfort. México: Fondo de Cultura Económica.

 

Inicio   /   Acerca de   /   Registrarse   /   Número Publicados   /   Editorial UDFSM

 

facebook 02   twitter 02